...EL TERCER OJO…
El tráfico de la mañana interfería en sus pensamientos como
zumbidos de insectos irritados, enturbiando
su atención.
Las noticias de la radio, daban cuenta que todos los
acontecimientos premonitorios uno a uno cobraban realidad; estando la humanidad
al borde del final. Un poder absoluto obtuvo el control total, en base al dinero;
enquistándose de tal manera que controlaban todos los aspectos de la vida hasta
volverse un cáncer generalizado. La destrucción del hombre por el hombre era
una realidad. Nadie pudo escapar a las consecuencias del engaño velado que con
el señuelo del consumo y el hedonismo habían controlado la mente humana. Cada
vez más ambiciosos habían copado la existencia misma en todas sus formas.
Implantaron chips cerebrales
y pusieron en marcha un sistema receptor de ondas electromagnéticas; para
asegurarse que no haya un solo ser humano capaz de escapar al nuevo orden
mundial; que violentamente impusieron.
En el bullicio de cláxones, los vehículos
pugnaban por avanzar. Marko hizo una temeraria maniobra para llegar más
temprano, conforme al plan secreto acordado con un grupo de científicos compañeros
de trabajo y sus familias. De pronto sintió un fuerte impacto y un ruido estruendoso, aplacó los demás
sonidos. El azul de la mañana, teñido de rojo presagió un fatídico final. El
cinturón de seguridad funcionó; se dijo.
Trabajo con el Acelerador de Hadrones buscando la partícula
de Dios; la partícula de Higgs, creyendo como todos los científicos; que es la
forma de desentrañar el origen de la vida y la forma de darle continuidad. Según
Lobsang Rampa esa partícula está en uno mismo;
simulando un tercer ojo ubicado en nuestra frente; semejando la forma de
inmensas fauces; que son la entrada a
otro tipo de conciencia de muy alto nivel.
Ese estado corpuscular; esa sub partícula, nos otorgaría la
capacidad de comprender todo lo que la razón no puede desentrañar. Recién ahí;
seguramente, entenderíamos aquellas once dimensiones de que habla la teoría de
cuerdas; tendríamos la explicación de cómo; otras civilizaciones, más avanzadas
en su estado de conciencia; pueden trasladarse a grandes distancias estelares
sin envejecer. Haciendo caso omiso a las reglas del tiempo y del espacio; como
los conocemos, salvando la gran valla, de la velocidad de la luz.
Sus esperanzas se sostenían en el acuerdo que había tomado
con sus amigos científicos y sus familias para dar este paso cualitativo a otra
dimensión. Se vio en un camino ancho y recto como una calle, pero con la impresión
de que nadie hubiera pasado por ella. Vio dos murallas de árboles rectilíneos
que se unían en un solo punto en el horizonte. Alzó la vista y por encima de él;
observó grandes estrellas de oro que no conocía, agrupadas en extrañas constelaciones.
Le pareció que ocultaban un enigmático significado; percibió nítidamente
susurros en una lengua desconocida. Sentía que sus pies caminaban por un césped
que simulaba un suave tapiz a lo largo de una avenida virgen. Ya no sentía el
suelo bajo los pies.
Vio a sus amigos y sus familias, cómo jubilosamente le daban
el encuentro sonriendo inefablemente; su
mujer y sus hijos se acercaban con los
brazos abiertos y tuvo unas ganas tremendas de estrecharlos contra su pecho.
En ese momento siente un duro golpe que lo aturde y un
estruendoso ruido semejante al estampido de un cañón. Después todo fue
tinieblas y silencio. El Dr. Marko Foza estaba muerto. Los paramédicos se
disponían a ingresar su cuerpo a la ambulancia; donde acto seguido, cubrieron su
rostro, mientras decidían quien llamaba a
sus familiares más cercanos.
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