...EL MENSAJE EN LA
BOTELLA...
Hubo un tiempo en que la
tierra abundaba en verdor, las flores coloreaban los campos y jardines, el
canto de las aves era la sinfonía que arrullaba al mismo bosque.
Los arroyos corrían
presurosos a engrosar los ríos y estos buscaban a su madre llevando vida por
doquier, derrochando alegría y paz. Contagiado de esperanza, empujando los
sueños por alcanzar, llevando lo acopiado para terminar en la inmensidad del
mar. Entonces era el lugar místico y cósmico de la tierra.
También hubo un tiempo en que las personas
tenían sueños y luchaban por ellos, hacían lo imposible por alcanzarlos. Se
podían ver caminar por las calles a las personas tomadas de la mano, No era
necesario decir palabra alguna, hablaban sus miradas. El lenguaje corporal era
universal, ese era el lenguaje del amor
por excelencia. Las personas creían en él, en su nombre surcaban mares
tempestuosos, conquistaban suelos ignotos para sembrar y prosperar. La luna y
el sol retrocedían y avanzaban al compás de los titilantes corazones.
Si, los seres humanos teníamos rostros que
dibujaban la bondad, nos ayudábamos entre nosotros, nos tratábamos como
hermanos y siempre buscábamos lo mejor para todos. Éramos como una gran familia
donde reinaba el amor la paz y la esperanza.
Avanzamos tanto, crecimos a un ritmo acelerado
que fuimos devorados por aquellos logros. Nos tragó la avaricia el rencor y la
injusticia. Entonces reino el caos y la confusión, vendimos nuestra fe,
empeñamos la verdad, renegamos del amor, nos vestimos de apetitos
insaciables. La lucha por ser mejor que el otro nos aniquiló. Nos engullimos
por completo, perdimos la brújula y nos perdimos a nosotros mismos. Poco a poco
la humanidad fue desapareciendo hasta verse exterminada. No hubo necesidad de
bombas atómicas ni armas químicas, fue la aniquilación más grande, el
exterminio del hombre por hombre. Si, la misma mano que un día te acogía o
salvaba, era la misma que ahora te condenaba. Nos destruimos nosotros
mismos.
Ahora estás viendo como hemos dejado la tierra. Sí,
no valoramos ese regalo maravilloso que nos fue entregado. La destruimos y con
ella a nosotros mismos.
Sírvete de mi testimonio
para que no cometan los mismos errores, valórenlo como no lo hicimos nosotros.
Estoy segura que puede volver a ser lo que fue antes de su destrucción. Tienen
lo más importante; tienen vida. Comiencen desde ese punto; siembren, cosechen y
abonen amor paz y justicia.
No creí que podría terminar de escribir este
mensaje y si lo estás leyendo quiere decir que la botella pudo viajar y llegar
a tus manos.
No desperdicies la
oportunidad que ahora tienes. La tierra puede y debe volver a ser lo que fue antes que nosotros la
destruyéramos. Espero que te pueda servir todo lo que te he contado de ella y puedas
aprovecharla.
Buena suerte.